martes, 6 de mayo de 2008

La Isla del Sol: Ciudad de los Niños

Los niños de la Isla del Sol son cordiales. El contraste con cualquier niño intratable de Buenos Aires es notable. Oscar se acerca y me cuenta que antiguamente la cultura Tiwanaku sacrificaba llamas en el altar que tengo frete de mi. Las rocas que oficiaban de espacio sagrado están repletas de chicherías para vender. No me animo a tocar la piedra de sacrificio. Frente a esas rocas, otra gigante muestra la cara del Dios Viracocha. No puedo evitar tomar la foto del tusrista. Parece que los dioses hace tiempo se endurecieron en Bolivia.


Oscar me lleva hasta la fuente de agua sagrada, en medio de unas ruinas. Se supone que tomar de ella de energía o algún tipo de poder. Me da pudor beber. Oscar me dice por segunda vez que la guía terminó. Le doy 5 bolivianos. Se va. El lugar, la vista, es sobrecogedor.

A la vuelta, Sergio- otro niño- me pide caramelos. No tengo. Me da pena no tener la costumbre de llevarlos conmigo. En mi mochila cargo un paquete de yerba. Sergio lo ve y pregunta. Le explico. No le interesa. Se va.

Irredente porteño, necesito un café. El lugar es bellísimo, pequeño. Me atiende una niña. Parece un estilo aquí. Un bonito estilo. Tomo mi café. La niña no pierde tiempo y me ofrece cosas para que compre. No me convence: le dejo propina.


hacia el final del día, otro niño me ofrece que le saqué una fotografía con su burro por algunos bolivianos. Le digo que no. El mal de altura no me afecta: esta situación si. hay quienes compran el cuerpo de este niño y otros para inmortalizarlos en fotografías. Me da asco. Incluso me doy asco; por pertenecer a la misma calaña.

La Isla del Sol es un lugar plagado de niños, como si fueran grandes realizan todas las actividades. Parecen adultos enanos. Me lo confirma la mano de Sergio cuando se la estrecho para despedirme: 20 años menos que yo pero no se cuantos más curtido . La mano de Sergio es la marca del sol, el trabajo y el viento. Luego de conocerlo, de una vez y para siempre me darán verguenza mismanos pulcras de periodista.

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