martes, 12 de agosto de 2008

Referendum y después en Bolivia

Sucre es la capital histórica de Bolivia. Allí podemos ver una típica ciudad colonial; sólo que retocada.El palacio de justicia se levanta inmenso en la infaltable plaza central. En las calles que rodean la plaza decenas de mesas juntan firmas a favor de la autonomía .

"Autonomía plena para Sucre" piden carteles, banderas, calcomanías en negocios, autos, en la calle. Las pintadas son violentas a veces : "Matar paceños es hacer patria", dice una en la misma calle en que se emplaza la catedral. Otra considera a los oriundos de La Paz como "abortos de llama".

El referendum revocatorio del domingo 10 de agosto ha dejado en claro que la mayoría quiere que la democracia funcione en Bolivia pero también da la pauta de que ninguno de los departamentos de la medialuna acatará ese pedido.

El juego por venir es de la defensa de la institución democrática; y deberá ser jugado por la población y- una vez más- arbitrado por el Presiedente Evo Morales.De esa construcción de la democracia depende que en Bolivia hacer patria conlleve distribuir la riqueza, sanear la política y fortalecer la instucionalidad o suponga "matar paceños".

Argentina; país distópico

Es conocido el dicho de que muchas veces el árbol no nos deja ver el bosque. En este último mes- parafraseando aquel refrán- el humo no nos ha dejado ver la quemazón.

Los problemas sobre las retenciones en el sector del campo han trabajado de cortina de humo para tantos otros problemas que aquejan al país. Por su parte, la quema de campos en la provincia de Buenos Aires ha hecho lo propio pero literalmente, sin metáforas: la Ciudad y alrededores bajo el humo asfixiante, como en una película de ciencia ficción.

Mientras tanto, en altos niveles de gobierno y empresarios se debate-entre otras cosas- la cuestión del impuesto a la exportación de productos agrícola-ganaderos. Sin embargo, no se discute sobre las retenciones que la sociedad en su parte más necesitada sufre.

El recientemente tan cuestionado Indec afirma en su último informe sobre pobreza que el 40 % de los niños del país son pobres, de los cuales un 14 % son indigentes. Es decir que si tenemos en cuenta que somos casi 40 millones de habitantes el cálculo arroja el número aproximado de 5 millones 600 mil niños sin al menos una de sus necesidades básicas satisfechas: esto es alimento, vestimenta, vivienda. Esto es: 5 millones 600 mil niños no comen, no pueden vestirse adecuadamente, no viven decentemente o ni siquiera tienen techo.

Esto es: 83 estadios de River Plate repletos de niños indigentes. Ese es el bosque que no estamos viendo.

Contradicciones:

Ya en 2003 Guy Sorman advertía sobre esto. Y no se equivocaba aunque tampoco descubría la pólvora.

Siglos atrás, Tomás Moro acuñaba el concepto de utopía en un libro del mismo nombre. En el nos presentaba una ciudad en donde todo se desarrollaba bajo reglas racionales, en donde todo funcionaba a la perfección. Utopía sería una isla en algún lugar de Inglaterra.

El término utopía viene del griego y significa "lugar que no existe". Como vemos claramente Argentina tampoco es el lugar de la Utopía. Y los más contundente es que Argentina existe y lo hace de una manera un tanto particular.

Dos fundaciones de Buenos Aires, dos días de la patria; ejemplos históricos de la peculiaridad de nuestro país. Aquí nada funciona utópicamente.

Los niños sufren hambre en un país que exporta carne y granos a precio internacional. Los campos se llenan de soja- aun siendo en algunos casos nociva- en detrimento del maíz, el trigo y también perjudicando pasturas con el consiguiente problema del alimento del ganado y la escasez de leche.

Por el lado cultural, Buenos Aires- cuna de teatro y bellas artes- sufre hoy la embestida del gobierno de la ciudad que recorta presupuesto a la cultura. Más contradicciones. Todas demuestran qué lejos estamos del sueño de Tomás Moro; muy por el contrarío, Argentina es un país distópico.


La Argentina: país distópico

John Stuart Mill, filósofo inglés, acuñó el término antónimo de utopía. Llamó distopía a una realidad en donde todo transcurre en perfecta contradicción con lo que sería una situación ideal. Entonces sería como una utopía pero al revés. Mill podría haber situado su Distopía en algún país lejano del hemisferio sur: Argentina.

Nuestro país funciona de esa manera. Sino no se entiendo por ejemplo como se firmo el contrato para la construcción de un tren bala a Rosario mientras vemos como miles de kilómetros de vías férreas- en áreas suburbanas o de larga distancia- son sepultados por el pasto y por el olvido oficial. Esos tramos de vías férreas cruzan por pueblos que fueron y son testigos de su extinción al no contar con comunicación a través del tren.

Con el dinero de tamaña inversión se podrían arreglar los tendidos de vías de varias líneas pero Argentina insiste en la distopía.

Los campos- hoy tan en la boca de todos- se inundan de soja en detrimento de otros cultivos necesarios para el comercio interno como el maíz y el trigo. Y no sólo ese es el inconveniente. El abuso del cultivo de soja hace que los suelos queden desvastados con el consiguiente problema de falta de pasturas para el ganado y el de la imposibilidad de utilizarlo para plantar otra variedad.

Esta situación es permitida cuando una sociedad llega a atomizarse. Cuando la consigna es “salvese quien pueda” siendo que así finalmente no se salva nadie.


La distopía en el gobierno: haz lo que yo digo y no lo que yo hago.

Como no podía ser de otra forma, este movimiento distópico tiene uno de sus mayores exponentes en el gobierno, que se ha empeñado en decir algo y hacer otra cosa.

La política de derechos humanos y el empuje a los juicios contra los represores de al última dictadura ha sido sin duda importante. Sin embargo, casos cómo el de Julio López, Carlos Fuentealba, Luís Jerez y el reciente de Juan Puthod- por decir algunos- dejan un sabor más que amargo. Nada se sabe de Julio López. No avanzan los demás casos. La sensación de inseguridad que conlleva la poca firmeza del gobierno en estos temas es pasmosa. Sobre todo cuando esta administración muestra una fuerza por demás arrolladora en otros aspectos. Cómo por ejemplo el pedido de liberación de los rehenes colombianos, el conflicto con el campo.

Por otro lugar, el gobierno muestra doble discurso también en lo que se refiere a política internacional. El apoyo regional no se da a todo nivel. Sin embargo, deja que se lo nombre como progresista o de “izquierdas” cuando lo necesita pero por otro lugar la actual presidente se asegura de decir que el proyecto de Argentina es el capitalismo.



Retenciones

Y volvemos al campo. El conflicto de las retenciones terminó. Pero se mantienen las retenciones a la población más pobre. Hay grandes porciones de la población que viven en situación paupérrima. Los casos de desnutrición infantil se multiplican con lo que eso conlleva: una siguiente generación de personas que se criaron con sus capacidades menguadas hará de este un país con capacidades menguadas.

Las retenciones del campo se miden en porcentajes y millones. Las retenciones que generan la pobreza se miden en vidas, en disminución de capacidades, en enfermedad, en la cierta posibilidad de un futuro peor.

La distopía argentina: mundo sin sopapa

Al parecer, 200 años- el cercano bicentenario- no serán suficientes para ser un país distinto. Por lo pronto, no parece haber sopapa que destape esta cañería. Los gobiernos se suceden entre el autismo abúlico y la exageración hiperbólica. Mientras tanto- y el gobierno presenta su emprendimiento de tren bala y el proyecto bicentenario, con puerto de cruceros incluido- podemos imaginar futuros niños pidiendo limosna en esos fastuosos lugares. La distopía continúa.

jueves, 7 de agosto de 2008

Referendum en Bolivia

Unas palabritas en forma de poesía para hacer fuerza por aquel pueblo que me recibó tan grata y cordialmente.

Yo te voy a ver bailar
Como siempre
Cruda y bonita

No pasarán
Aquellos
Que buscan rasgarte

Con tormentas de gritos
Y ritual
En reunión de ánimas
Ancestral

Iluminando el camino
Tu sol
Cegando ambiciones
De pie

Yo te voy a ver bailar
Como siempre
Cruda y bonita

Bolivia